Hasta hace muy pocos años, el morito era de esas aves que muy pocos ornitólogos se podían jactar de haber visto en España puesto que tan sólo algún individuo aventurero – o descuidado – se alejaba tanto de sus lugares de procedencia. No obstante, eso no fue siempre así y es sabido a través de archivos históricos que esta especie nidificaba en algunas zonas del sur de España (incluido Doñana) hasta finales del siglo XIX.

A partir de entonces, la especie desapareció de la península Ibérica debido principalmente a la destrucción de humedales por fines agrícolas y al expolio de nidos en búsqueda de huevos para alimentarse en época de especial carestía y crecimiento de la población humana. Hoy en día se pueden observar bandos de hasta mil individuos en Doñana no sólo durante el periodo reproductor (Abril – Junio) sino también durante el resto del año, incluyendo los fríos inviernos en los que el morito aprovecha el cobijo y la rica alimentación (crustáceos, insectos, arroz, etc.) que proporciona este paraje natural.

¿Cómo y cuándo ocurrió esto? Fue en la última década del siglo pasado cuando los ornitólogos de Doñana empezaron a observar con mayor frecuencia de la habitual a esta especie tan esporádica y huidiza hasta entonces. Incluso se llegó a registrar algún que otro intento de cría. Gracias a la minuciosa labor del personal técnico (y especialmente de Luis García Garrido) los científicos de la Estación Biológica de Doñana documentaron el momento que muchos estaban esperando: la (re)colonización de Doñana en 1996.

En aquel año, siete parejas nidificaron en el Lucio de la FAO, un humedal en el límite norte del Parque Nacional de Doñana. Este humedal se había restaurado no hacía mucho tiempo atrás después de un desafortunado experimento de parcelación agraria llevado a cabo por la FAO a mediados del siglo pasado. Enseguida, la Estación Biológica de Doñana estableció un programa de seguimiento de la especie cuyo eje fundamental consistió en el marcaje de pollos con anillas de lectura a distancia así como de censos y tomas de muestras biológicas.

Hoy, en el vigésimo aniversario de la llegada del morito a Doñana, este programa sigue vigente y nos permite disponer de información detallada sobre la vida de los individuos marcados en Doñana y sobre un crecimiento poblacional tan excepcional. Lo que hace veinte años fue una población de siete parejas reproductoras de moritos se ha convertido hoy en día en una población reproductora que se estima alrededor de 8.000 parejas y que ya no cría únicamente en el Lucio de la FAO, sino también en otros humedales dentro y fuera del Parque Nacional.

Capacidad dispersiva

Desde su asentamiento en este paraje, el morito ha empezado a criar en diversas áreas de Europa Occidental como pueden ser, entre otras, el Delta del Ebro (Tarragona), Albufera (Valencia), la Camarga (Sur de Francia), el estuario del rio Tajo y del río Sado (Portugal). Es muy probable que esta población haya servido como origen también de otras colonias localizadas en la parte africana de la cuenca del Mediterráneo tales como Marruecos, Argelia y Túnez. La capacidad dispersiva de esta especie es realmente asombrosa y se han visto en los últimos años moritos en el Reino Unido (varios de ellos marcados en Doñana).

Como era de esperar en un país con tanta afición a la ornitología, estos avistamientos han despertado gran interés entre curiosos y especialistas que ya han sido testigos en 2014 de un intento (fracasado) de cría por parte de una pareja en un humedal al este de Inglaterra (marismas de Frampton). Al anillamiento de Doñana se han sumado también el los del Delta del Ebro, la Camarga francesa y Argelia y se aspira a que se puedan establecer otros programas similares en otras áreas donde el morito está empezando a criar.

¿Ha servido para algo este programa que cumple ya veinte años? La respuesta es clara y contundente: sí, y mucho. La lectura de anillas y seguimiento de las poblaciones reproductoras de Doñana nos han permitido entender los procesos ecológicos y demográficos que han determinado esta expansión tan rápida y reciente en la distribución de la especie. Por un lado, hemos aprendido que la especie es capaz de cruzar los 6.000 Km que nos separan de América central. Esto no hubiera sido posible sin el marcaje de pollos en Doñana, algunos de ellos avistados tan sólo unos meses más tarde en Trinidad y Tobago, Bermudas y Barbados. Además de estos registros más “exóticos”, individuos marcados en Doñana se han podido observar a lo largo de estos años en Europa Occidental y la Cuenca del Mediterráneo, extendiéndose hasta el Delta del Danubio y Grecia.

Destino predilecto

Pero, ¿cómo ha podido la población de Doñana crecer tanto en tan sólo veinte años? ¿Pueden ser que las colonias hayan sido tan productivas o que se haya convertido Doñana en un destino predilecto de moritos de otras colonias? En nuestro estudio más reciente hemos visto que aunque estas colonias hayan sido muy productivas, ha sido el continuo flujo de inmigrantes el motivo principal por el que la población de Doñana se ha transformado en el principal motor para la expansión de la especie.

De esta historia deberían de extraerse dos moralejas. Por un lado, nos debería de despertar cierto optimismo a todos aquellos que nos preocupamos por el medio ambiente. Por otro lado, debería hacernos reflexionar sobre la importancia de la gestión y restauración de las áreas protegidas y el seguimiento y recolección de datos. Para que los planes de Conservación sean eficaces y de amplio respiro necesitamos gestionar la naturaleza al mismo tiempo que seguimos estudiándola.

Fuente: Simone Santoro/eldiario.es

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